Deberá adelantar su reloj 21 minutos

Un economista en Washington me muestra una guía para turistas americanos en Europa que había pertenecido a su abuela. En los años veinte del siglo XX, las instrucciones decían así: al pasar la frontera de Portugal a España, usted deberá cambiar escudos por pesetas y adelantar su reloj veintiún minutos… Al cruzar a Francia, deberá cambiar pesetas por francos franceses y adelantar su reloj veintitrés minutos… Al llegar a la frontera con Italia, deberá cambiar la moneda por liras y adelantar su reloj treinta y ocho minutos, etcétera. La variedad de los cambios horarios de antaño se debía a que cada Estado había adoptado como oficial la hora solar de la capital y las distancias entre Lisboa, Madrid, París, Roma, etcétera, por supuesto no son uniformes.

Extraído del artículo La hora del euro, publicado en El País el 3 de diciembre de 2001. Se refiere a la época en la que cada zona (cada ciudad de hecho) se regía por su propio calendario solar. En el caso de España se implantó como hora común para todo el territorio la del meridiano de Greenwich el 1 de enero de 1901.

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