Los calendarios budistas 1

Imagina, hermano, bhikkhu, una gran montaña sin agujeros o grietas, de roca sólida. Cada 100 años un hombre la frota con un trozo de suave tela. La montaña entera se desgastaría y todavía no se habría completado un eón. Así de largo es un eón, hermano.
Samyutta Nikaya 15.5

El budismo siente una especial fascinación por el vértigo de las medidas inconmensurablemente extensas o ínfimas de tiempo. Así, tienen un amplio abanico de unidades para abarcar periodos de difícil determinación, desde el ksana, algo así como su cuantización mínima, 95 veces más breve que un pensamiento, hasta el mahakalpa, la duración de la vida de Brahma. Nosotros de momento vamos a aparcar dichos periodos para centrarnos en esta entrada en formas más prácticas de determinar su transcurso.
Se recoge bajo la denominación de calendario budista en realidad a un conjunto de éstos empleados en el sudeste asiático que poseen ciertos elementos comunes y están asociados a la religión o filosofía de Buda. Concretamente se emplean en Birmania (Myanmar), Tailandia, Laos y Camboya. Como sucede en muchos otros casos, a pesar de ser los calendarios oficiales de dichos estados y determinar las festividades y datación de acontecimientos, en el ámbito comercial se emplea el gregoriano u occidental. El budista es de tipo lunisolar; es decir, intenta acompasar meses ajustados al ciclo que establece la Luna con años asociados al del Sol, ello de acuerdo al Surya Siddhanta, una conocida obra astronómica del siglo III de la que beben en general todos los calendarios hindúes. A tal efecto se establecen meses alternos de 29 y 30 días (una lunación son prácticamente 29 y medio) y años de doce meses, con ajustes periódicos. Éstos consisten en agregar en ocasiones un día extra a los meses once veces cada 57 años y añadir igualmente siete meses extras cada 19 años, ajustando el ciclo metónico. El sistema seguido se acomoda bastante bien al año sidéreo, pero no así al trópico, lo que haría que se desplazasen las estaciones si no se introdujesen reajustes adicionales que cada zona lleva a cabo de forma diferente, razón por la cual existe cierta descoordinación en la celebración de las festividades. Tampoco coinciden en la numeración de los años. Así, quienes siguen la era budista empiezan la cuenta con la muerte de Buda, tradicionalmente el 545 a.C. (aunque en Tailandia se atrasó en 1941); los birmanos, en la era chulasakarat, comienzan en el 638 d.C.; los camboyanos en el 78, de acuerdo a la era mahasakarat… Ni siquiera se puede establecer una fecha común para iniciar la datación del año, que para añadir complejidad suele cambiar a mitad de mes, con lo cual establecer equivalencia de fechas entre calendarios es bastante complejo. Entre tantas diferencias, resalta sin que deba sorprendernos un punto común y diferenciador: la existencia de un año cero.

Continúa en Los calendarios budistas 2

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